Innovena Día 8
Día octavo
Acción día 8
Innovena Día 7
Día séptimo
Como era de esperarse, esa idea no funcionò.
Acción día 7
Innovena Día 6
Día sexto
La innovación es uno de los mejores.
Acción día 6
Innovena Día 5
Día quinto
Acción día 5
Innovena Día 4
Día cuarto
Acción día 4
Innovena Día 3
Día tercero
Acción día 3
Innovena Día 2
Día segundo
Acción día 2
¿Agregar valor? Mmm… hay una ruta mejor…
Incrementar el valor de mi producto para vender más.
Encontrar formas de agregar valor a un producto es una de las acciones recomendadas por muchos expertos para asegurar más ventas o más fidelidad de los clientes. Pero no siempre es una forma eficiente para lograr estos resultados. Como el título dice, hay una ruta mejor. Esa ruta mejor es incrementar valor.
Y acaso ¿No es lo mismo?
No necesariamente. Veamos.
Cuando se habla de “agregar“ valor a los productos, en muchos casos estamos hablando de ofrecer más cosas al cliente. Probablemente nos referimos a alguna de estas acciones:
- Agregar más funciones o beneficios.
- Regalar algo extra (quizá un servicio adicional)
- Dar más por menos (quizá ofrecer combos que salgan más económicos al cliente)
Pero estas acciones tienen un problema intrínseco: normalmente están asociadas con mayor gasto de recursos.
¡Claro que podemos entregar un teléfono con mayor memoria! Pero eso cuesta (dinero).
¡Claro que podemos abrir personalmente la puerta de nuestro restaurante y saludar a cada cliente! Pero eso cuesta (tiempo).
¡Claro que podemos diseñar una etiqueta personalizada para agregar a cada producto! Pero eso cuesta (dinero y tiempo).
De manera que cuando se habla de agregar valor, suele significar: hagamos un producto más robusto, más sofisticado o con más funciones (lo que no necesariamente significa más funcional), o regalemos cosas extra por el mismo precio.
Es claro que esta ruta hace más atractivo un producto. Pero suele ir en contra del negocio, ya sea porque aumenta los costos, o porque hace el producto más difícil de vender al aumentar su precio.
Y lo paradójico es que, muchas veces, al agregar valor a un producto, se lo disminuimos.
¿Cómo es esto posible?
Imagine que yo vendo hamburguesas. Y que para diferenciarme en el mercado, decido que voy a incluir un postre con cada hamburguesa que vendo. He aumentado el valor de mi oferta a ojos del cliente ¿Cierto? Ahora no solo recibe la misma hamburguesa de antes sino que recibe algo adicional. En este sentido, el cliente debe estar feliz.
Pero… ¿Qué pasa con la imagen que el cliente tiene de mi producto? Es posible que, en la mente del cliente, un hamburguesa que necesita de un regalo para poderse vender, no sea una hamburguesa de primer nivel. Es bastante probable que, a pesar de ser un gran producto, nuestra hamburguesa sea ahora percibida como un producto promedio.
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¿Hay alguna alternativa para aumentar el valor de un producto sin “agregarle” cosas?
Si. Justamente de eso hablamos hoy.
Podemos llamar a esa alternativa: INCREMENTAR VALOR.
¿Qué quiere decir?
Quiere decir que podemos dar una mirada diferente al producto y re-posicionarlo.
¿Cómo se hace esto? Veamos dos rutas…
En la primera ruta lo que hacemos es comenzar por “re-conocer” nuestro producto. Esto quiere decir hacernos preguntas sobre la naturaleza de nuestro producto y lo que realmente el cliente busca al comprarlo. Son preguntas como:
¿Qué es lo que el cliente compra cuando compra un traje además de poder vestirse?
¿Qué es lo que el cliente compra cuando compra una hamburguesa además de quitarse el hambre?
¿Qué es lo que el cliente compra cuando compra un plan turístico además de poder viajar?
Estas preguntas pueden parecer obvias pero tienen su truco. Cuando una persona compra un traje es obvio que compra algo para vestirse. Pero, como todos ustedes saben, nadie compra simplemente algo para vestirse. También compra algo que le haga sentirse bien consigo mismo, que realce su auto-estima, que disimule una que otra imperfección en su figura, que resalte aquellos aspectos positivos, que le haga sentir cómodo, pero también que le haga sentir importante, o atractivo, o interesante, o exitoso, o fuerte o…
A medida que profundizamos en las razones por las que un cliente compra nuestro producto, aparecen una nuevas y muy interesantes rutas para agregar valor. En vez de regalar una cartera con cada traje que compren, quizá debo regalar un poco más de “belleza”, “fortaleza”, “seguridad”, “éxito”, “aceptación” o cualquier otro de los componentes o atributos “escondidos” de nuestro producto.
Este camino incrementa el VALOR real, ya que al no ser una adición externa (como en el caso del postro que regalamos con nuestra hamburguesa), hace intrínsecamente más valioso el producto.
La tarea que usted, querido lector, tiene ahora es:
Piense en su producto actual. Piense en todo aquello que el cliente realmente compra cuando lo compra. Esto le permitirá identificar los atributos o componentes “escondidos” del producto.
Acto seguido, hágase preguntas del estilo:
¿Cómo podría duplicar la cantidad de “Componente escondido No. 1” en mi producto? (Repita la pregunta para cada uno de los otros componentes escondidos)
Con este corto proceso, puede descubrir formas de incrementar el valor del producto sin agregar costos ni afectar la imagen del mismo.
Experimentos interesantes de laboratorio han demostrado que las personas perciben el sabor de una comida dependiendo de:
– El momento en que la comen
– El precio que creen que costó
– El lugar en el que la comen
– La presentación del plato
Entre otras muchas variables.
¿Esto es posible? ¿Es posible que el sabor de algo mejore si creemos que costó más dinero? ¿Si estamos en un estado de ánimo óptimo? ¿Si los expertos lo recomiendan?
Si. Es posible. Y es muy frecuente
La pregunta que se nos debería ocurrir es:
¿Este efecto puede ser utilizado a nuestro favor a la hora de incrementar el valor percibido de nuestro producto? ¿Podemos hacer que el cliente disfrute más nuestro producto y darle razones para sentirse orgulloso de haberlo comprado cambiando aspectos “accesorios”?
El poder de esta estrategia se entiende cuando recordamos que el valor es algo subjetivo. Cualquier producto que vendemos tiene un valor distinto para cada uno de los clientes (o posibles clientes). ¿Y de qué depende ese valor? Una buena parte depende de los atributos “duros” del producto: sus prestaciones, sus funciones, sus capacidades, sus beneficios. Pero otra parte importante depende de una valoración subjetiva que hacemos del mismo: las emociones que me produce la interfaz, la valoración de otros, el escenario que rodea la entrega y el uso, etc.
Es en este frente donde hay increíbles posibilidades para incrementar el valor percibido del producto. Las preguntas que nos pueden hacer encontrar rutas para este incremento son de este estilo:
¿Qué “trucos” puedo usar para que el cliente sienta que mi producto es algo increíble?
¿Cómo puedo hacer que mi producto valga el doble sin agregarle nada?
¿Cómo puedo hacer que mi cliente compre mi producto por “amor” y no por necesidad?
La tarea que le queda, querido lector, es hacer una sesión de ideación usando alguna o todas las preguntas anteriores u otras similares que se le ocurran.
Puede ser interesante: 5 errores comunes al hacer una sesión de ideación.
De esta sesión de ideación podrían salir formas innovadoras para incrementar el valor del producto. Formas que usted no ha previsto y que, probablemente, costarán muy poco. O nada.
Guillermo Solano
Director de Centro de innovación (www.centrodeinnovacion.com) y creador de la metodología WakeUpBrain para acelerar procesos de innovación usando juegos. Ha diseñado varios juegos comerciales y escribe en su blog www.jugarparainnovar.com
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Inteligencia creativa
¿Por qué para algunas personas es tan fácil pensar de manera original y creativa cuando para otros resulta difícil y hasta molesto?
Actualmente a la mayoría de las personas les parece difícil generar ideas originales que la organización, su jefe y equipo esperan a la hora de solucionar un desafío, abordar cambios, crear nuevos productos o hacer su labor de manera más eficiente. He escuchado decir a las personas frases como: “A mí no se me ocurre nada creativo”, “mis ideas siempre son las mismas”, “no sé cómo salirme de la caja” o “yo soy muy cuadriculado”.
He conocido muchas personas, equipos de trabajo en organizaciones grandes, pequeñas, públicas y privadas, he trabajado con emprendedores y en estas experiencias haciendo innovación y usando el pensamiento creativo, he observado diferentes estilos de pensamiento y la facilidad o dificultad con la que las personas abordan una situación, problema o reto.
Durante la experiencia de hacer sesiones de ideación, crear procesos de innovación y generar ideas geniales me ha surgido la pregunta:
¿Por qué para algunas personas es tan fácil pensar de manera original y creativa cuando para otros resulta difícil y hasta molesto?
La inteligencia creatividad es aquella capacidad cognitiva usada para resolver de manera diferente las situaciones, problemas, retos o para la creación de nuevas cosas, es decir, que recurrimos a la creatividad cuando la solución a algo no está en el repertorio comportamental o en la memoria y por tanto se debe recurrir a nuevas fórmulas. La capacidad creativa recurre a la imaginación, a la anticipación para prever la solución y sus posibles consecuencias o impacto.
Contrario, antagónico al pensamiento creativo, encontramos el pensamiento lógico que por años ha sido el centro de la educación tradicional, con este estilo se sigue fórmulas y patrones ya conocidos, como ya son conocidos tenemos la tendencia a repetirlos, porque nuestro cerebro se siente seguro, no hay riesgo de ningún tipo y no gasta más energía de la necesaria. Sin embargo, los nuevos retos del mundo contemporáneo requieren soluciones originales e impactantes, que incluyan también componentes emocionales. Las organizaciones ya no contratan solo por hacer las cosas bien, ahora les interesa que las hagamos diferentes.
¿Cómo podemos pensar creativamente? ¿En qué condiciones se es creativo y qué procesos mentales hacen surgir la creatividad?
Algunas variables que he observado y he leído que hacen que una persona despierte su estilo creativo más que otras personas son:
- El conocimiento que se tiene de la situación que se quiere resolver, debe ser exhaustivo y se debe tener la capacidad de usarlo de manera flexible. La atención es un proceso cognitivo básico para mantener a la persona centrada, con un foco en un mismo tema para obtener mayor conocimiento y experiencia.
- Romper patrones, es decir auto-instruirnos para darnos la oportunidad de volver a pensar, quizá de irnos a los extremos e imaginarnos que podría pasar si lo hacemos diferente. Romper normas y hábitos, alejarnos de lo convencional para guiar nuestros pensamientos por circuitos neuronales diferentes. He conocido personas que a mi parecer son altamente creativas y siempre se están preguntando como modificar, genializar el modelo que construyeron hace 3 meses. No se cansan de reinventar, de experimentar con nuevas ideas, de jugar y darse la oportunidad de probar nuevas cosas.
- Predisposición para asumir riesgos, esta es la capacidad para moverse cómodamente en situaciones de ambigüedad, asumen los riesgos como desafíos y les apasiona resolverlos así no tengan tan claro el impacto de su idea, les encanta ver los resultados y aprender de ellos.
- Son exploradores, se aburren rápidamente de lo mismo, quieren vivir nuevas experiencias, descubrir nuevos caminos, se proponen nuevos retos. Tienen amplitud de intereses y la curiosidad es la zanahoria que los moviliza.
- La imaginación, las personas muy creativas son capaces de vivir muchas experiencias y con intensidad. Visualización historias plausibles, futuras, que quieren hacer realidad, sin limitaciones, ni censuras. La imaginación es el laboratorio de sus ideas.
- Flexibilidad de pensamiento, las personas creativas tienen la habilidad de solucionar desafíos desde diferentes perspectivas, desde distintas áreas del conocimiento, esta flexibilidad hace que las personas generen ideas originales, se adapten fácilmente a diversas situaciones, contextos o ideas y aumenten la posibilidad de acierto.
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Y…¿Qué pasa en el cerebro de las personas que no se sienten tan creativas?
A las personas que no se sienten tan creativas, les suele suceder que invalidan sus ideas, que las juzgan y prefieren callar por que las consideran poco originales, no se dan la oportunidad de expresar lo que piensan, pueden ser muy exigentes y considerar que deben crear algo mejor.
Es posible que las personas que se sienten poco creativas estén solucionando un problema aburrido, un problema que no les apasiona y del que posiblemente saben poco. O estén preocupados por el riesgo que pueden correr si sus proyectos no salen como se esperan y sienten temor o estrés. Una situación así puede hacer muy difícil la labor de pensar de creativamente.
Realizar cambios en nuestras practicas habituales, en nuestras costumbres, en la forma en que hacemos siempre las cosas, sea en casa, en nuestra oficina, nos ayuda a ser mucho más libres, fomenta la reflexión, promueve nuestra autoestima, nuestra actitud exploradora, y facilita la transformación hacia un estilo más creativo.
En el próximo artículo profundizaré en el cerebro creativo…
Paola Angel
Psicóloga especialista en gerencia en gestión humana y desarrollo organizacional. Coordinadora y consultora metodológica reconocida internacionalmente por sus aportes al desarrollo de la cultura de innovación en las organizaciones.
Dirige “cerebros”, institución que ha promovido el diseño de juegos que refuerzan las capacidades del cerebro. Autora del libro «Gimnasio cerebral».
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