Un día del año 2007, Andrea Angel, mi socia en Centro de Innovación, y yo salimos de una sesión de ideación que habíamos liderado para un cliente. El resultado había sido bueno. Pero la calificación “bueno” no era lo que estábamos buscando. De hecho “bueno” era algo decepcionante. Aunque habían suficientes buenas ideas y el cliente había quedado satisfecho, tanto Andrea como yo sentíamos que en las cabezas de las personas se había quedado una gran cantidad de ideas geniales que nunca vieron la luz. Sentíamos que no habíamos logrado llevar a los participantes al nivel creativo máximo. Y lo peor es que no era la primera vez que teníamos esta sensación. De hecho, era esta sensación la teníamos al finalizar cada uno de los talleres. Nuestros clientes quedaban satisfechos, pero nosotros no.
Nos pusimos entonces en la tarea de respondernos ¿Por qué las sesiones de creatividad no logran llevar a las personas a un modo de “creatividad extrema”?
Comenzamos por usa fotografías, videos y nuestra memoria, para reconstruir los momentos por los que pasan estas sesiones. Fue una labor muy productiva. Nos dimos cuenta que gran parte del tiempo de la reunión se suele invertir en ciertas presentaciones corporativas o en largas discusiones en las que cada uno de los participantes defiende sus puntos de vista.
Pero también logramos identificar algunos momentos en los que la creatividad parece fluir maravillosamente.
¡Y encontramos un factor común en ellos!
¡Los juegos!
La primera ocasión en la que identificamos este fenómeno fue cuando revisamos una sesión con uno de nuestros clientes de retail. En algún momento de la mañana, a manera de “calentamiento cerebral”, les propusimos un juego de imaginación. Les pusimos, por equipos, a crear una compañía imaginaria que “venciera” a todas las demás. Tenían solo 10 minutos para hacerlo. Los equipos no perdieron tiempo. Se enfrascaron en una frenética carrera creativa y en poco tiempo tenían diseñadas sus empresas imaginarias. Todas ellas un ejemplo de innovación aplicada al retail.
A medida que cada equipo explicaba sus geniales estrategias y el novedoso modo de funcionamiento de su compañía imaginaria, nosotros fuimos anotando unas y otros, en pequeños papeles. Extrajimos las ideas que habían salido en esos minutos de juego y las pusimos en la pared.
Cuando revisamos las ideas seleccionadas al final de la sesión, nos dimos cuenta que la mayoría eran ideas surgidas en el juego. El resultado de 4 horas de trabajo se obtuvo realmente en un juego de 10 minutos.
Y nos preguntamos ¿Qué pasó allí? ¿Qué pasó en los cerebros de las personas durante ese juego?
Nuestras sospechas de que el juego aceleraba los procesos de creatividad se confirmaron en los experimentos que hicimos en las siguientes semanas. La creatividad se multiplicaba cuando las personas estaban jugando. Luego descubrimos que los juegos no solo acelaraban y optimizaban la creatividad. Sus efectos también se sentían en los momentos de selección de ideas, identificación de problemas o ejecución de los proyectos.
Nuestras experiencias nos confirmaron que los juegos lograban lo que ningún otra herramienta podía: disminuían la polarización entre los participantes, llevaban rápidamente a la gente a romper paradigmas y esquemas, activaban la creatividad a nuevos niveles y, como si fuera poco, hacían muy divertida toda la experiencia.
Por casualidad, mi hobby eran (y aún son) los juegos de mesa, así que estaba muy familiarizado con las innumerables mecánicas que pueden hacer realmente emocionante a un juego. Por otro lado, Andrea había sido durante varios años, una de las diseñadoras principales de una importante empresa de juegos de mesa. Esta casualidad hizo que tuviéramos un gran arsenal de herramientas para crear juegos de todo tipo. En solo unos meses teníamos un portafolio completo de juegos para innovar.
Y comenzamos a usarlos en todas nuestras actividades con los clientes. Era común vernos llegar a una sesión de trabajo con grandes maletas que incluían todos los elementos requeridos para nuestros juegos.
Pero un día quisimos proponernos un nuevo desafío. Queríamos transformar todos los juegos en uno solo. Todo surgió en un momento en que tratábamos de acomodar todos los implementos usados en nuestros juegos, en el baúl del automóvil. No era cosa fácil. Así que nos hicimos una nueva pregunta: ¿Sería posible encontrar una manera de comprimir en una sola caja todos estos elementos que se requieren para los juegos de innovación?
Esta pregunta nos activó la creatividad y empezamos a trabajar en esta dirección. Así nació el WakeUpBrain. Todos los juegos en una sola caja.
El resultado fue increíble. Un conjunto de cartas nos permitían realizar todos los juegos que ya teníamos y abrieron posibilidades para muchos más. Y además, con el diseño gráfico de Andrea, el juego se veía increíble. Todos parecían encantados con el nuevo concepto, así que nos la jugamos el todo por el todo. Invertimos todo nuestro capital disponible para hacer la producción de la primera edición del WakeUpBrain.
Y todo se aceleró…
En Noviembre de 2009 estábamos presentando la primera versión del WakeUpBrain en Escocia, en la feria ISLAE, invitados por el programa Alpha de la Comunidad Europea. Ya no había marcha atrás… el WakeUpBrain había nacido. Y nosotros estábamos condenados a jugar con miles de personas en el mundo.
Edición posterior: Siguiendo un par de sugerencias, agrego las direcciones de los sitios de los que saqué las fotos:
Dinero: http://www.dinero.com/edicion-impresa/emprendedores/articulo/innovar-jugando/92690
Proyecto Kickstart: https://alfakickstart.wordpress.com/
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