La pasión como base para la selección de ideas

 

¿Cómo escoger la mejor idea (de negocio o de lo que sea)?

En los procesos de innovación, una vez superada la etapa de generación de ideas, llega el momento de escoger la mejor de ellas. Se busca identificar cuál de las ideas propuestas tiene el potencial para pasar a las siguientes etapas, que incluyen prototipaje y validación.

La etapa de calificación y selección de ideas suele ser llevada a cabo con diferentes métodos, la mayoría de ellos involucrando la calificación de las ideas en cierto número de criterios de negocio y mercado.

El presente artículo resalta la importancia de incluir un criterio normalmente ignorado en el proceso de calificación y selección de ideas: la pasión que cada idea despierta en el equipo a cargo de su ejecución, y propone una manera de hacerlo utilizando juegos.

 

El efecto de la pasión en el éxito de las nuevas ideas.

Durante muchos años he sido consultor de empresas. He visto a muchos emprendedores crecer y he visto a muchos fracasar. Aquellos que han fracasado explican su fracaso de diversas maneras: no era el momento, no me entendieron, no tuve apoyo económico, no tuve suerte. Pero curiosamente aquellos que han sido exitosos suelen coincidir en un aspecto fundamental: la pasión… No la pasión básica por ser exitosos o crear un unicornio o volverse millonarios. Es la pasión por su idea, por su propósito, por su sueño de hacer algo increíble.

Y esto se sabe desde hace mucho tiempo. La pasión es un componente fundamental a la hora de medir la probabilidad de éxito de una idea. Sin embargo, cuando se miran los métodos que muestran los libros para seleccionar ideas, por ninguna parte suele aparecer esa pasión. Estos métodos proponen escoger las ideas calificándolas en criterios objetivos: su viabilidad, tamaño de mercado, margen de utilidad, modelo de negocio, etc… Solo los criterios frios, nada de pasión. La pasión es vista como peligrosa, como una mala consejera para seleccionar ideas.

Y lo es… la pasión suele ser mala consejera. Al menos es mala consejera cuando se confunde con antojo, con deseo, con enamoramiento. Con la necesidad de satisfacción inmediata o con el escape. Es decir, cuando se enfoca en el corto plazo. Pero cuando hablamos de una pasión, estamos hablando del largo plazo, de un modo de vida, de un sueño por el que vale la pena esforzarse.

Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo por su capacidad para tomar buenas decisiones de inversión resumía su estrategia de éxito con estas cinco palabras: invierte en el largo plazo. Es decir, escoge aquello que realmente es importante para ti o para la empresa y apuéstale a eso. Por encima de lo que pueden parecer decisiones fáciles que traen beneficios rápidos.

Y eso cómo se hace? ¿Cómo se mete al pasión en el proceso de selección de ideas?
Es un propósito que tiene cierto nivel de complejidad. Esta complejidad comienza porque pareciera obvio que el análisis de las ideas debería ser una tarea completamente objetiva. Si vamos escoger una idea a la cual apostarle todo, escojamos aquella que, analizando su potencial de negocio en el entorno actual, sea la mejor. Suena bien, no? Sin embargo esta es una visión miope. Falta algo importante. Los negocios no son solo la idea. Son una dupla Una dupla mágica que tiene que funcionar perfectamente. La ejecución de las ideas como un baile con una pareja que tiene que ser compatible. Una dupla mágica cuyos integrantes son la idea y el ejecutor (o emprendedor). Si el emprendedor no es el ideal para la idea o, lo que es equivalente, la idea no es la ideal para el emprendedor, ese baile sale mal.

Pensemos en un emprendimiento o en un proyecto de innovación como en un matrimonio. Si la selección se basa solo en la conveniencia, la probabilidad de éxito de ese matrimonio es baja. En algún momento la convivencia se hace insoportable. Y si se tiene la frialdad de cerebro, esposible llegar a un acuerdo entre las partes para sobrellevar la relación, por el bien de los hijos. Pero si alguien encuentra una pareja que le hace lograr cosas increíbles, que le complementa, que le llena de alegría, las probabilidades de éxito son mucho más altas. Igual pasa con las ideas de negocio. Si una idea de negocio es muy buena pero no le genera pasión al emprendedor o al equipo que debe ejecutarla, es probable que el cansancio llegue pronto. Y si el combustible se acaba antes de tiempo, no sirve de nada todo ese potencial que tenía la idea. Esto se aplica aún en los casos de equipos tan auto-motivados y disciplinados, que logran ejecutar la idea no por que les emocione sino porque hace parte de sus responsabilidades. Aún en este caso, los resultados serán solo aceptables. No lograrán sorprender. Y todo esto pasa porque el corazón debe estar involucrado, para que el cerebro se active y se inspire a crear cosas sorprendentes y emocionantes.

Es preferible seleccionar una gran idea, que quizá en el análisis de negocio no es la ganadora, pero que hace brillar los ojos al equipo encargado de ejecutarla.

 

Hablar de pasión en la oficina?

Yo se que ir a una reunión de trabajo en la que se está escogiendo producto para lanzar en el siguiente periodo a hablar de matrimonio y pasión quizá no sea muy bien visto. Pero no se preocupen, les voy a contar cómo incluir el corazón en el análisis y la selección de la mejor idea. Se trata de un proceso de tres pasos:

Paso 1: Baje es estrés. Empiece por descartar las ideas que definitivamente no deberían ejecutarse, es decir, aquellas que parecen realmente malas o inadecuadas. De esta manera, el cerebro de quienes deben decidir sentirá que el riesgo es menor; al fin y al cabo, las ideas realmente peligrosas ya salieron del abanico de candidatas.

Paso 2: Manipule el proceso de selección de la idea para que junto con los criterios de siempre, como costo, viabilidad, tamaño de mercado y demás, se incluya la pasión. Y esto se puede hacer con uno de estos trucos:

Truco 1: Disfrace la pasión con una palabra que suene más corporativa:
Alineamiento de capacidades estratégicas, visión compartida, motivación del equipo, “engagement”, efecto wow, etc.

Truco 2: Abra dos procesos de selección, uno tipo lado izquierdo del cerebro y uno tipo lado derecho. El de lado izquierdo será el de siempre, con los criterios de negocios. Y el segundo puede ser algo mucho más abierto, por ejemplo La idea que que tendría más fans, la idea que nos haría más felices o la idea de la que nos sentiríamos más orgullosos. Incluso se puede ser un poco más radical y proponer algo como “Si el mundo se fuera a acabar y solo pudiéramos ejecutar una idea más… ¿Cuál sería?”

Truco 3: Incorpore mecanismos de votación anónima. Las personas suelen sentir que es su deber ser muy “cabeza fría” cuando se trata de procesos de selección. Y esto se incrementa cuando deben votar en frente de colegas o jefes. Pero si la votación es anónima, es probable que la pasión logre infiltrar el proceso.

Paso 3: Genialice la idea. Digamos que hemos escogido una idea que nos gusta mucho, que nos emociona, pero que no tiene el mismo nivel de potencial de negocio que otras de las que teníamos por allí. Pues esa idea merece la oportunidad de vestirse mejor, de ir al salón de belleza, de hacerse algunas pequeñas cirugías aquí o allí. Y esto es el proceso que yo llamo: Genialización. Esto lo cubriré en un próximo video, pero por lo pronto les cuento que genializar una idea es simplemente crear su vesión 2.0. Imaginarse que aún puede ser mejor de lo que es. Hacerla aún más poderosa.

 

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Este planteamiento sobre la inclusión de la pasión en el proceso de selección de las ideas se presenta en el siguiente video:

 

 

 

 

Edgar Guillermo Solano

Director WakeUpBrain Academy

Autor del libro “Innovación para cabezas cuadradas”

gsolano@centrodeinnovacion.com

@solanobrainer

www.edgarguillermosolano.com

 

 

 


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