Lo difícil de la innovación abierta
La innovación abierta, término popularizado por el famoso profesor de la Universidad de California Henry Chesbrough, se refiere a lograr que una organización haga un proceso de innovación en colaboración con externos. Ya sea porque los externos proveen ideas, recursos, conocimientos, medios de comercialización o cualquier otro insumo requerido. Lo particular de la innovación abierta es que el riesgo sigue siendo compartido entre las partes que se embarcan en la aventura y que hay un conjunto de acuerdos, tácitos o explícitos para compartir y, al mismo tiempo, proteger el conocimiento.
No es fácil esto de hacer innovación abierta. Dos o más organizaciones, con culturas diferentes, con procesos particulares, con sus propios intereses, deben coordinarse muy bien si desean que un proceso de innovación, ya difícil por sí mismo cuando se trata de hacer internamente, funcione bien.
Pero cuando un directivo de una empresa piensa en hacer innovació abierta suele tener sentimientos encontrados. Por un lado, le emociona que la organización pueda tener acceso a conocimiento nuevo e importante, que le permitirá hacer cosas que por sí sola no podría (o tardaría mucho tiempo), pero por otro lado, tiene muchas prevensiones frente a la dificultad del proceso.
¿Qué le preocupa? Veamos:
TIEMPO: Poner al tanto al recién llegado es una tarea demandante. Explicarle cómo funcionan las cosas aquí, quién es quién en la estructura de la organización, cuáles son las prácticas habituales y los procesos oficiales… Todo esto requiere tiempo y coordinación. Y ahora pensemos que eso hay que hacerlo también en el otro sentido. No basta con que el otro (el aliado en el proyecto de innovación abierta) nos conozca bien, hay que invertir el mismo tiempo tratando de entender sus particularidades. Al comparar este esfuerzo con el requerido para coordinar un proyecto interno, la innovación abierta suele entrar perdiendo…
ESTILO: Nos estresan los estilos distintos que tienen los externos. Hablan diferente, manejan distinto las reuniones, tienen costumbres que nosotros hemos descartado o que nunca hemos adoptado. Y estas diferencias, por sencillas que parezcan, pueden afectar la percepción de idoneidad o competencia del otro, pueden crear puntos de fricción o pueden generar malos entendidos. De manera que cada organización tendrá que mostrarse muy flexible para adaptarse al estilo del otro y evitar que pequeñas diferencias afecten el proceso.
ORGULLO: En un proceso de innovación abierta llegará el momento en que se tenga que ceder. Utilizar la idea del otro en vez de la nuestra. O su forma de hacer algo. Y esto no nos suele gustar mucho. Siempre es tentador volver a la forma de trabajo aislado, en la que hacemos las cosas que SABEMOS que funcionan bien, sin necesidad de ceder nada ante extraños. Y cuando pensamos que, además, ellos se van a quedar con buena parte del crédito, pues esto nos enoja aún más…
CONTROL: Muchas organizaciones han trabajado fuertemente para tener sistemas internos que les permitan tener el control de todo lo que sucede en los procesos. Y cuando llega la innovación abierta, descubren que ahora tienen un escenario en el que no tienen completo control. “Los otros” están a cargo de cosas importantes y nosotros tendremos que confiar. No los podemos controlar como lo hacemos con los equipos internos. ¿Podremos soportar esta sensación de falta de control? ¿Podremos depositar la confianza necesaria para dejar que el otro haga su parte si nuestra supervisión?
PARANOIA: ¡Y claro! Nos ataca la paranoia del innovador. Una organización que está compartiendo conocimientos valiosos, tan valiosos que justamente pueden ser origen de innovaciones poderosas, siente miedo de que sus secretos dejen de serlo y que pierda una ventaja por la que ha trabajado fuertemente. Muchos de nosotros hemos soportado la paranoia del innovador: tenemos una idea que no queremos contar porque sentimos que nos la van a “robar”. En el caso de las organizaciones trabajando en innovación abierta, esto se suele resolver con flamantes acuerdos de confidencialidad. Pero aún así…
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Estas cinco barreras culturales pueden convencer a los directivos de una organización de dejar a un lado cualquier intento de abrir la innovación. Quizá es tiempo de analizarlas de forma consciente en cada situación y pensar en estrategias para superarlas.
Edgar Guillermo Solano
Director WakeUpBrain Academy
Autor del libro “Innovación para cabezas cuadradas”
gsolano@centrodeinnovacion.com
@solanobrainer
www.edgarguillermosolano.com
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